marzo 08, 2014

Cambio de mando en Chile.

El martes 11/03/14 habrá cambio de mando en Chile, el actual Presidente Sebastian Piñera (de centro derecha) entregará la banda presidencial a Michelle Bachelet (de centro izquierda). Más allá de lo que representa este rito republicano, hay que remarcar la relevancia de la alternancia en el poder, representado por un cambio de signo político entre el gobierno que sale con el que llega, como un elemento esencial en toda democracia, situación que no ocurría tras 20 años de hegemonía de la Concertación. Sin embargo, lo deseable en la alternancia es que también cambien las personas, pero tanto quienes se van como quienes llegan a la moneda son básicamente los mismos, no se ve una renovación de liderazgos, lo cual representa la reafirmación de una suerte de caciquismo muy latinoamericano. Bachelet vuelve al poder que dejó el 2010, y Piñera sale con una aprobación del 50% con la expectativa, fundada o no, de volver el 2018, pues en su sector no se ven nuevos liderazgos que lo reemplacen... al menos por ahora.


Sin embargo, la clase política hoy se ve enfrentada a un contexto social distinto, que muestra a una ciudadanía empoderada, lo que debe entenderse como un importante signo de "evolución social", caracterizado por una ciudadanía que está ejerciendo efectivamente su derecho a "elegir" de acuerdo a sus aspiraciones de cambios por un mejor vivir para todos. La participación ciudadana hoy ya no es exclusivamente vía elecciones, en las últimas elecciones hubo una abstención de más del 50%, ésta se expresa mayoritariamente a través de los movimientos sociales. Prueba de ello es que Bachelet, aún antes de asumir, ha debido cambiar a cuatro subsecretarios ministeriales, cuestionados en las redes sociales y medios de comunicación en general por no cumplir con los estándares éticos que se exigen a quienes ocuparan lo más altos cargos en el nuevo gobierno.  Hay que recordar que las nuevas autoridades llegan al gobierno precisamente con el discurso de un "nuevo ciclo político-social", caracterizado por una participación real y efectiva de la ciudadanía, lo cual representa un desafío mayor para éstas.

En el contexto del cambio de mando, es inevitable hablar de la evaluación del gobierno saliente.
En gran medida, la evaluación al gobierno de Piñera ya ocurrió, pues quien inauguró la alternancia en el poder hace cuatro años, no fue capaz de obtener el apoyo ciudadano para mantener a su sector político en el gobierno. No obstante lo anterior, todos los gobiernos dejan un legado, y el actual no será una excepción. En tal sentido, existe en la opinión publica la sensación de que el actual gobierno tuvo un buen desempeño en lo económico, lo que, entre otras consecuencias, posibilitó la creación de cerca de un millón de nuevos empleos, cifra que fue parte de su campaña presidencial el 2009. Se podrá cuestionar la calidad de dichos empleos, pero no su importancia para quienes entran al mundo laboral, como son los jóvenes y quienes estaban cesantes.
En lo político, en este gobierno se empezó a hablar críticamente sobre quienes participaron, pasiva o activamente, en la dictadura militar, lo que representó una suerte de mea culpa para superar los traumas derivados de esa participación, y dar paso a una derecha más democrática. Antes de Piñera la centro derecha tenía cortado los caminos para acceder al gobierno, pues ese sector político estaba relacionado inevitablemente con la dictadura militar, lo que se constituía en una pesada mochila para el sector.

En la práctica el martes 11 seremos testigos de un cambio en el mando de las máximas autoridades, las que en los próximos cuatro años podrán concretar o no los "cambios profundos" anunciados en su programa teniendo a una ciudadanía vigilante. Hoy no hay seguridades, vivimos una realidad líquida, los cambios ocurren con o sin nuestra aceptación, y la ciudadanía juega un rol central en esa realidad.




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