febrero 06, 2014

Afirmaciones y juicios en el caso de Claudia Peirano.

Las afirmaciones y los juicios son actos lingüísticos básicos, están presentes en nuestra vida cotidiana cuando interactuamos con otras personas. El problema es que muchas veces confundimos afirmaciones con juicios y viceversa, o a partir de una afirmación, que puede ser verdadera o falsa, hacemos un juicio, lo que virtualmente nos puede llevar a tomar decisiones erradas. Para entender lo anterior es necesario una explicación previa.

Una afirmación se refiere a un hecho, el cual debe ser constatado para que ésta sea verdadera, de lo contrario estaremos igual ante una afirmación, pero ésta será falsa. Ejemplo de afirmación: "ayer hubo mucha calor en Santiago". Esa afirmación puede ser constatada revisando el pronostico del tiempo o ratificada por un tercero que estuvo en santiago ayer.  Un juicio en cambio es un acto lingüístico donde el lenguaje modifica una realidad determinada. Ejemplo de juicio: "Daniel es buen conductor". En este caso, ese acto lingüístico crea una nueva realidad, la de considerar a Daniel como un buen conductor, que ya lo era, pero no había sido verbalizado, y ello virtualmente puede abrir nuevas oportunidades a Daniel. A diferencia de las afirmaciones, los juicios pueden ser fundados o infundados. Para que este juicio sea fundado debemos tener constancia de que Daniel en el pasado ha demostrado ser un buen conductor, según nuestra experiencia. Sin embargo, lo anterior, como se sabe, no es garantía de que Daniel en un futuro dado pueda no tener un buen desempeño como conductor. Esto hace de los juicios unos actos lingüísticos sobre los cuales debemos tener presente todas sus limitaciones implícitas antes de ser aceptados en forma categórica.


Lo complicado de esta relación entre afirmaciones y juicios en nuestro lenguaje diario, es que muchas veces una afirmación, que puede ser verdadera o falsa, puede conducir a emitir un juicio que virtualmente condene públicamente al afectado. A mi juicio, es lo que pasó con un hecho político reciente en nuestro país, donde públicamente se enjuició a una persona a partir de una afirmación. Por ejemplo, la afirmación, "Claudia Peirano firmó una declaración en contra de la gratuidad en educacion..." llevó a muchas personas a emitir el siguiente juicio sobre ella: "Claudia Peirano no es la persona adecuada para ser subsecretaria de educación en el próximo gobierno de Bachelet...". Cuando emitimos un juicio, para que este sea fundado, aparte de tener un respaldo objetivo, es necesario considerar dos aspectos importantes: la capacidad de aprendizaje y de innovación de las personas. Una persona puede tener un pensamiento en un momento dado, pero por su capacidad de aprendizaje puede cambiar ese pensamiento. También existe la capacidad de crear nuevas ideas, de innovar, que todas las personas tenemos. Al enjuiciar a Claudia como inadecuada para un cargo dado a partir de una afirmación, que habla de un hecho cierto, estamos eliminando la posibilidad de ésta de haber cambiado o de innovar sobre su pasado pensamiento. Si ella hubiese declarado oportunamente que su pensamiento ha cambiado, el juicio sería infundado. Su demora en hablar jugó en su contra, pues la presión ciudadana, sobre todo de los estudiantes y las redes sociales, la obligo a renunciar.

Este caso de juicio público es muy clarificador y demuestra que el lenguaje genera realidades, pues a partir de dicho juicio, no suficientemente fundado, una persona debió renunciar a un cargo aún sin haberlo asumido, siendo reemplazada por otra.

Esto es una práctica habitual en nuestro diario vivir, muchas veces juzgamos a una persona teniendo como sustento para hacerlo alguna actuación de ésta en el pasado, o, pero aún, haber escuchado comentarios sobre esa persona. Como ya hemos visto, las personas tenemos la capacidad de aprender y de innovar, por lo que siempre será necesario tomar en cuenta ese aspecto antes de emitir un juicio, con ello estaremos evitando que el mal uso del lenguaje perjudique nuestras decisiones y relaciones interpersonales.


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