enero 05, 2014

Escuchar bien, aspecto esencial en la Comunicación.

La comunicación humana presenta dos aspectos esenciales: hablar y escuchar.

A primera vista se puede pensar que en la comunicación el aspecto más relevante es el hablar, pues parece ser éste el lado activo, dejando al escuchar un rol más bien pasivo. Se piensa que para comunicar bien basta con hablar bien, fuerte y claro, y el escuchar se da por sentado... Sin embargo esta premisa ha sido superada, hoy, desde todos los ámbitos, se reconoce la importancia del escuchar como factor determinante en el fenómeno de la comunicación humana.

Para empezar, es claro que hablamos para ser escuchados, por lo que si ello no es logrado simplemente no estaremos comunicando. R. Echeverría señala "El escuchar valida el hablar" (Ontología del Lenguaje), es decir, es el escuchar el que da sentido a lo que decimos. Es quien escucha el que finalmente interpreta nuestras palabras, de acuerdo a su personal forma de dar sentido a la realidad que tenga. Al respecto H. Maturana dice: "el fenómeno de la comunicación no depende de lo que se entrega, si no de lo que pasa con el que recibe. Y esto es un asunto muy distinto a [transmitir información]".

Hablar y escuchar son fenómenos distintos: generalmente pensamos que lo que queremos comunicar cuando hablamos es exactamente lo que escuchará nuestro interlocutor, y viceversa, el que escucha no se preocupa de averiguar si lo que escucho es lo que quería decir el otro. Y es ahí donde se produce un "espacio vacío", el que es llenado con historias y juicios predeterminados sobre la otra persona, produciendo problemas aún mayores en la comunicación.


Siempre que escuchamos estamos interpretando, incluso lo hacemos con los silencios. Por ejemplo, cuando interpretamos como una negativa si alguien no nos responde a una pregunta. Lo mismo ocurre con el lenguaje gestual, siempre podremos interpretarlo de acuerdo a nuestros juicios personales.

Surge entonces una pregunta esencial: ¿qué se requiere para un escuchar efectivo?

Existen condiciones que se requieren, y por lo tanto podemos actuar a nivel de ellas para mejorar nuestras competencias para escuchar.

El fenómeno del escuchar surge como una disposición humana fundamental. El escuchar debe ser entendido desde el respeto mutuo entre personas, aceptando las diferencias del otro, que son legítimas y tiene la capacidad de tomar acciones en forma autónoma. El respeto mutuo es esencial en el escuchar efectivo. Si ello no ocurre simplemente estaremos proyectando en el otro nuestra propia manera de ser. Al respecto es ilustrador lo afirmado por H.G. Gadamer: "En las relaciones humanas, lo importante es... experimentar el "Tú" como realmente un tú, lo que significa, no pasar por alto su planteamiento y escuchar lo que tiene que decirnos. Para lograr eso, la apertura es necesaria. La apertura hacia el otro, por lo tanto, incluye el reconocimiento de que debo aceptar algunas cosas que van en mi contra, aun cuando no haya nadie que me lo pida".

Por lo tanto, cada vez que rechazamos lo dicho por "otro", nuestra capacidad de escuchar se restringe y solo estamos escuchándonos a si mismo. Cómo ocurre esto en la práctica: cuando deslegitimamos al otro, cuando nos consideramos superiores al otro por algún factor que consideramos importante: religión, raza, sexo, nivel socio económico, etc.

Para que se produzca la apertura en el escuchar es necesario aclarar lo siguiente. Los individuos somos, por un lado todos iguales, compartimos una esencia (nuestro ser ontológico), pero además somos diferentes personas, pues resolvemos nuestros asuntos de manera diferente. Desde ese punto de vista, somos capaces de escucharnos porque compartimos una forma común de ser, no obstante que nos hacemos cargo de nuestra vida de forma diferente todos. Si no existiera esa diferencia no sería necesario escucharnos.

Finalmente es necesario señalar algunos factores puntuales que intervienen en la comunicación, y por lo tanto en el escuchar efectivo: La interacción comunicativa implica una coordinación de acciones con otra persona, es el llamado contexto de la conversación. A modo de ejemplo se puede decir que un silencio puede ser interpretado como un rechazo, una aceptación (el que calla otorga), ignorancia, timidez, etc., dependiendo del contexto en que se produzca la conversación.
El estado emocional de la conversación, se relaciona directamente con el escuchar, pues si estamos enojados nuestra disposición a escuchar será mínima. Siempre estaremos en un estado emocional diferente, que puede perjudicar o facilitar nuestra comunicación, por lo que es fundamental observar bien ese factor a la hora de escuchar o ser escuchados. Incluso durante una conversación se puede pasar de un estado emocional a otro, de acuerdo a lo que decimos, cómo lo decimos y cuándo lo decimos. Nuestra historia personal es también un factor importante, pues cada persona tiene una historia propia de acuerdo a sus experiencias de vida, lo cual influye cerrando o abriendo posibilidades a nuestro escuchar. Debemos preguntarnos si nuestra historia personal está o puede afectar nuestro escuchar e igualmente la de nuestro interlocutor. La confianza es otro factor a tener en cuenta, pues el grado de confianza da credibilidad o no a nuestras palabras y por consiguiente a como somos escuchados.

Por lo tanto, para un escuchar efectivo es necesario ponernos en el lugar del otro, tener una actitud de apertura para entender lo que se nos quiere decir, caso contrario solo estaremos escuchándonos a si mismo.

Escuchar es, como se puede ver, un asunto complejo, que requiere de nuestra mayor preocupación, pues es determinante en nuestra interacción comunicativa diaria, y dista mucho de ser al lado pasivo de la comunicación.


Nota: El presente artículo es una reseña del capitulo V de "Ontología del Lenguaje", de Rafael Echeverría,  libro que considero fundamental para entender la esencia del lenguaje.

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