abril 07, 2013

Año electoral en Chile.

Estamos en un año electoral en Chile, y ese factor será determinante en la realidad que nos tocará vivir e interpretar.

En la contienda electoral que ya ha comenzado, existen dos aspectos que resultan difíciles de entender:

1.- Desde el oficialismo se muestra una gestión calificada como buena, sobre todo por los resultado macro que puede exhibir en importantes áreas como crecimiento económico, bajo desempleo, alta inversión, etc. Pero esa "buena gestión" no tiene un respaldo en la ciudadanía, la que invariablemente en todas las encuestas de opinión publica otorga al actual gobierno un bajo apoyo.

2.- Por otro lado, la Concertación (el conglomerado opositor), muestra un aún mas bajo nivel de apoyo ciudadano en las mismas encuestas, lo que contrasta con su virtual candidata a las presidenciales, Michelle Bachelet, quien ha mostrado y muestra una alta adhesión en forma sostenida. Esto es tan así  que si las elecciones fueran ahora, Bachelet saldría elegida sin mayores contratiempos.

En el primer caso, a mi entender, se trata de un problema de enfoque en la gestión. La gestión del actual gobierno, si bien puede ser calificada de buena en sus números macros, no es menos cierto que la baja aprobación ciudadana que obtiene está determinada por la exclusión de las grandes mayorías al "éxito" económico de Chile. La ciudadanía no percibe en su realidad cotidiana ese llamado éxito en la gestión del actual gobierno, y no se trata de un problema comunicacional, como algunos pretender hacer creer.
El llamado "modelo de desarrollo" no llega con sus resultados a las grandes mayorías, eso está muy claro, y la ciudadanía empoderada no acepta ya mas promesas o excusas al respecto. Mientras esto no sea internalizado por la actual administración y por la centro derecha, hagan lo que hagan, su base apoyo ciudadano seguirá igual.

En el segundo caso, la alta adhesión a la persona de la candidata de la Concertación vs la bajísima adhesión hacia el conglomerado que apoya a Bachelet, resulta difícil de explicar. Se puede interpretar como un rechazo a dicho conglomerado por su actuación mientras fue gobierno, donde se impuso el discurso de actuar en la "medida de lo posible", el cual se aplico en forma generalizada en todos los ámbitos, lo que en buenas cuentas significó llevar adelante o consolidar el modelo de desarrollo iniciado durante la dictadura militar. En dicho modelo, el mercado es el factor determinante en todas las otras dimensiones de la sociedad: la cultura, la política  la normativa y la sociedad.
Existe un debate que no se ha hecho al respecto, pues es posible que los traumas de la dictadura efectivamente fueron muy relevantes y explican en gran medida ese discurso de la medida de lo posible, pues existió innegablemente una suerte de amarre que impidió actuar con mayor énfasis  en el tema de la desigualdad. Pero también es posible  afirmar que se exageró, y por eso se percibe como algo pendiente de las anteriores administraciones.

Quien sea elegido en estas elecciones deberá hacerse cargo de este gran tema, que los beneficios del llamado modelo de desarrollo alcancen a las mayorías, para darle a éste una dimensión ética que lo legitime. Se puede afirmar que el actual modelo de desarrollo no es ético, pues no permite un buen vivir, que es el anhelo de toda persona.

Ello implicará llevar adelante cambios y reformas estructurales en todos los ámbitos (economía, cultura, política, institucionalidad, etc.), para lo cual se necesitará una amplia base de apoyo ciudadano y en el parlamento, caso contrario las buenas intenciones no serán más que retórica política, y de eso la opinión publica ya está hastiada. La clase política actual tiene una bajisima adhesión a nivel de opinión publica, precisamente porque no ha sido capaz de llevar adelante los cambios requeridos, pero el desafió actual es actuar de acuerdo a lo que sus representados exigen.






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