noviembre 29, 2008

Lévi-Strauss cumple cien años

El antropólogo y filósofo francés Claude Lévi-Strauss, uno de los intelectuales europeos más influyentes del siglo XX, llegó este viernes a sus cien años de vida, un grande del pensamiento humano y que tiene una extensa trayectoria e importantes obras escritas. El año 1973 recibio el premio El premio Erasmus, el cual se entrega cada año a una persona o institución que haya aportado a Europa una contribución excepcional en el mundo cultural o en las ciencias sociales. Se concede durante el mes de noviembre en una ceremonia en el Royal Palace de Amsterdam.

Antropólogo francés y principal defensor del enfoque estructuralista en la antropología social. Nació en Bruselas, pero se educó en Francia, donde estudió filosofía y derecho en la Sorbona de París. En 1934 viaja a Brasil como profesor de sociología en la Universidad de São Paulo, donde realizó durante tres años trabajos de campo sobre las comunidades indígenas del Mato Grosso y la Amazonia. En 1942 se traslada a Estados Unidos como profesor visitante en la New School for Social Research de Nueva York; fue nombrado director asociado del Musée de l'Homme en París en 1949 y más tarde director de estudios en la Escuela Práctica de Altos Estudios de la Sorbona (1950-1974). En 1959 Lévi-Strauss trabajó como catedrático de antropología social en el Collège de France y dirigió al mismo tiempo el Laboratorio de Antropología Social. Miembro de la Academia Francesa, fue condecorado con la Legión de Honor. Lévi-Strauss goza de un lugar preeminente entre los investigadores que afirman que las diferentes culturas de los seres humanos, sus conductas, esquemas lingüísticos y mitos revelan la existencia de patrones comunes a toda la vida humana. Entre sus libros cabe citar: Estructuras elementales del parentesco (1949), Raza e historia (1952), un famoso ensayo-manifiesto que escribió por encargo de la UNESCO para contribuir al programa de lucha contra el racismo; su autobiografía Antropología estructural (1958), Tristes trópicos (1955) y El pensamiento salvaje (1962). En 1964 publica el primer volumen de Mitológicas, que comprende: Lo crudo y lo cocido (1964), De la miel a las cenizas (1966), El origen de las maneras en la mesa (1968) y El hombre desnudo (1971).

Claude Lévi-Strauss Raza e historia (fragmento)
" Hablar de la contribución de las razas humanas a la civilización mundial podría causar sorpresa en una serie de capítulos destinados a luchar contra el prejuicio racista. Sería vano haber consagrado tanto talento y tantos esfuerzos en demostrar que nada, en el estado actual de la ciencia, permite afirmar la superioridad o inferioridad intelectual de una raza con respecto a otra, si solamente fuera para devolver subrepticiamente consistencia a la noción de raza, queriendo demostrar así que los grandes grupos étnicos que componen la humanidad han aportado, en tanto que tales, contribuciones específicas al patrimonio común. Pero nada más lejos de nuestro propósito que una empresa tal, que únicamente llevaría a formular la doctrina racista a la inversa. Cuando se intenta caracterizar las razas biológicas por propiedades psicológicas particulares, uno se aleja tanto de la verdad científica definiéndolas de manera positiva como negativa. No hay que olvidar que Gobineau, a quien la historia ha hecho el padre de las teorías racistas, no concebía sin embargo, la «desigualdad de las razas humanas» de manera cuantitativa, sino cualitativa: para él las grandes razas primitivas que formaban la humanidad en sus comienzos —blanca, amarilla y negra— no eran tan desiguales en valor absoluto como diversas en sus aptitudes particulares. La tara de la degeneración se vinculaba para él al fenómeno del mestizaje, antes que a la posición de cada raza en una escala de valores común a todas ellas. Esta tara estaba destinada pues a castigar a la humanidad entera, condenada sin distinción de raza, a un mestizaje cada vez más estimulado. Pero el pecado original de la antropología consiste en la confusión entre la noción puramente biológica de raza (suponiendo además, que incluso en este terreno limitado, esta noción pueda aspirar a la objetividad, lo que la genética moderna pone en duda) y las producciones sociológicas y psicológicas de las culturas humanas. Ha bastado a Gobineau haberlo cometido, para encontrarse encerrado en el círculo infernal que conduce de un error intelectual, sin excluir la buena fe, a la legitimación involuntaria de todas las tentativas de discriminación y de explotación. "

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