diciembre 07, 2014

Emociones y estados de ánimo en la acción humana ( II )

Dada la importancia de las  emociones y los estados de ánimo en todos los ámbitos de nuestra vida, en especial en la comunicación humana, es razonable preguntarse si podemos intervenir en su diseño, es decir, si podemos hacer algo para cambiarlos, puesto  que restringen o aumentan nuestro horizonte de posibilidades. El lenguaje y los estados emocionales están estrechamente relacionados, una buena noticia genera un buen estado de ánimo, y, a la inversa, una mala noticia genera lo contrario, y nos puede conducir a un estado depresivo, afectando nuestra capacidad de comunicarnos adecuadamente.

Afortunadamente tenemos la posibilidad de intervenir en nuestros estados de ánimo para evitar caer en los que nos afectan negativamente; por supuesto que siempre habrá excepciones. Por desgracia también es cierto que es más fácil, y por lo tanto más frecuente, dejarse arrastrar por los estados de ánimo existentes en nuestro entorno más inmediato, pensando que ese es el mundo que nos tocó y que no nos queda más que resignarnos. Podemos tener una actitud pro-activa, no solo en nuestros estados de ánimo personales si no también en los de nuestro entorno social, en nuestra comunidad de sentido, con quienes compartimos historia y significados comunes. Debido a que los estados de ánimo, y las posibilidades que éstos generan están estrechamente relacionados, al modificar nuestro horizonte de posibilidades podremos modificar nuestros estados de ánimo.

Rafael Echeverría  en "Ontología del lenguaje" entrega algunas pautas para intervenir en el diseño de nuestros estados de ánimo:


- Convertirse en un observador de estados de ánimo, lo cual implica reconocerlos como tales, y no como si éstos  fueran "atributos del mundo", sobre los que nada podemos hacer... no debemos naturalizarlos. A partir de esa actitud se abre la posibilidad de diseñarlos.


- Siempre estaremos en algún estado de ánimo, por lo tanto no somos responsables de estar en ellos, simplemente ocurre. De lo que sí somos responsables es el de permanecer en un estado que nos perjudica. El reconocimiento de ello permite intervenir con más facilidad en el diseño de ellos.

- No refugiarse en las historias que construimos para justificar el estar en un estado de ánimo, que muchas veces pueden ser muy convincentes. Recordar que no es lo que las historias dicen lo que produjo el estado de ánimo; es el estado de ánimo el que produjo las historias.

- Es importante partir por identificar un estado de ánimo, buscando los juicios que hacemos para justificarlos. Preguntémonos:
  -¿Cómo estoy juzgando al mundo?
  -¿Cómo estoy juzgando a la gente que me rodea?
  -¿Qué juicios tengo acerca de mí mismo?
  -¿Qué juicio tengo acerca del futuro?

Respondiendo a estas preguntas podremos identificar un estado de ánimo en el que nos encontremos.

- Hecho lo anterior podemos analizar la "estructura linguística" subyacente a dicho estado de ánimo. Con lo que podremos examinar si las afirmaciones que lo sustentan son verdaderas o falsas, si los juicios están o no fundados, si las declaraciones son válidas o no. Lo anterior nos llevará a concluir si el estado de ánimo observado está suficientemente fundado.

- Posterior al análisis de la estructura linguística que subyace al estado de ánimo, podremos buscar acciones a realizar para cambiar esas afirmaciones, declaraciones o juicios.

- Cuando nos percatemos que caemos en forma recurrente en determinados estados de ánimo, podemos realizar acciones que nos permitan anticiparnos a la reaparición de éstos y que nos ayudan efectivamente a superarlos. A modo de ejemplos se pueden mencionar: realizar alguna actividad física, llamar o conversar con alguien que nos contagie con su buen ánimo, etc. Escuchar música es una muy buena actividad que actúa a nivel corporal para cambiar un estado de ánimo negativo.

No debemos olvidar que siempre estaremos en un estado de ánimo determinado, simplemente no podemos escapar a ello, es algo natural. Lo que si depende de nosotros es permanecer o no en uno que nos perjudica, pues, como se ha podido constatar, existe la posibilidad de intervenir y diseñar estados de ánimo una vez que identifiquemos sus características esenciales, es decir,  por que se producen, o cuál es su sustento.

Humberto Maturana dice muy certeramente respecto a los estados de ánimo:

                          "Las emociones y los estados de ánimo son predisposiciones para la acción".


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