septiembre 15, 2010

Actuación de EE.UU. en su lucha contra el terrorismo: Invasión a Irak

Desde el lejano 1648 en la llamada “Paz de Westfalia”, al finalizar la guerra de los 30 años entre católicos y protestantes, se señala que el principio del respeto a la soberanía de las naciones es el fundamento para mantener la paz internacional.

Este principio fundamental, que habla del multilateralismo como formula esencial para solucionar conflictos internacionales, bruscamente fue sobrepasado en los hechos el año 2003 por EE.UU. y sus aliados más importantes, Reino Unido y España, cuando en forma unilateral se invadió a Irak, pasando por sobre las resoluciones de Naciones Unidas.

Desde la perspectiva del tiempo, y con el fin de explicar la dinámica de este proceso histórico, es necesario recordar que fue durante la administración Bush cuando comenzó a gestarse un cambio en la estrategia para velar por la seguridad internacional, vigente hasta el gobierno de Clinton, y así se pasó de la política de “contención” a una de “prevención”. Ésta última esencialmente señalaba que había que eliminar o liquidar a todo adversario que represente una amenaza, por sus capacidades bélicas, de producir o convertirse en un peligro y originar una crisis.

El ataque del 11/09 a las torres gemelas respaldan ese cambio estratégico. Al respecto es claro que existe un antes y un después de la fatídica fecha del atentado a las torres gemelas, ya que a partir de ahí la estrategia norteamericana se enfocó a combatir a Al Qaeda, sindicado como los responsables del atentado terrorista más grande vivido en suelo americano. Se recordará que EE.UU. recibió gestos de apoyo de todo el mundo, y en ese contexto se aceptaron las extremas medidas restrictivas a las personas que se implementaron, lo que significó una restricción importante en el nivel de las libertades individuales impulsado desde la nación que se considera como el paraíso y máximo “defensor” de estas libertades, y que afectó a prácticamente a todo el mundo.

Por su naturaleza preventiva y represiva, aplicada en la práctica con o sin la anuencia del “Consejo de Seguridad” de las Naciones Unidas, esta estrategia terminaba o limitaba al máximo el respeto a la soberanía de las naciones, principio compartido universalmente por los estados miembros, y que ha sido la base de sustentación para mantener el orden y la paz internacional. En la práctica, ante una amenaza real o ficticia, esta nueva estrategia ha permitido a EE.UU. actuar con discrecionalidad, haciendo abstracción de principios éticos, donde el respeto a la soberanía de los estados independientes queda en un segundo lugar.

Es lo que está entre las causas de la invasión a Irak, ya que se adujeron razones de seguridad para llevarla a cabo, que estaban “respaldados” por informes secretos que señalaban que Irak estaba en posesión de armas de destrucción masiva, armas nucleares, además de ser refugio de los grupos integristas islámicos, entre ellos el grupo Al Qaeda. Todo lo cual estaba en el contexto de la lucha contra el terrorismo librada por EE.UU. contra los responsables del ataque del 11/09, y ante lo cual Irak fue denunciado ante las Naciones Unidas. Mediante una resolución se resolvió enviar inspectores para determinar la veracidad de la acusación norteamericana.

Por parte de Irak, el sistema político imperante era de una republica islámica independiente, pero todo el poder era ejercido por Sadam Husseim sin ningún contrapeso, ya que todos los demás poderes del estado estaban bajo el control del siempre omnipresente Sadam, todo lo cual era de conocimiento público. Por lo anterior, dicho sistema político distaba mucho de lo que en occidente se conoce como una república democrática, ya que incluso el derecho estaba controlado, es decir no existía un ordenamiento jurídico independiente del ejecutivo, por lo tanto no existía un estado de derecho. Esto permitía al gobernante y sus aliados cometer todo tipo de atropellos en contra de sus opositores políticos y religiosos. Al respecto todo el mundo supo de la masacre cometida contra el pueblo Kurdo, donde murieron cientos de miles de personas, y donde se emplearon armas de destrucción masiva. La historia reciente nos señala como terminó este nefasto personaje, Sadam Hussein, el que fue ajusticiado y condenado a la horca por los tribunales internacionales acusado de genocidio.

Esta situación interna de virtual tiranía que se vivía en Irak, me hace reflexionar respecto al principio del respeto a la soberanía de los estados independientes, ya que, a mi juicio, éste no resuelve adecuadamente el tema de la soberanía interna de los países. Internamente en Irak no existía respeto a los derechos mas elementales de sus ciudadanos, por lo que hablar de Irak como una nación soberana resulta problemático, ya que el poder de sus autoridades estaba deslegitimado de acuerdo a las normas del derecho internacional, porque estaba sustentado en la coerción y la fuerza de las armas. Todo lo anterior hace muy complicado el plantearse en defensa de Irak ante la intervención militar de la que fue objeto. Lo correcto hubiera sido que un organismo internacional, como las Naciones Unidas, hubiese intervenido en forma real y efectiva en dicha situación. En ese aspecto Naciones Unidas ha tenido un historial bastante irregular en cuanto a su poder para evitar que aún en nuestros días en el siglo XXI se den estos casos de naciones en los que las violaciones a los derechos humanos es una práctica sistemática. Como sabemos no es Irak un caso aislado, quedan aun países como China, Cuba, Corea del Norte y otros, donde la soberanía del pueblo está claramente conculcada o muy restringida.

Por la situación interna antes señalada, de tiranía política en Irak, les fue punto menos que imposible poder desarrollar su trabajo a los inspectores de Naciones Unidas al no contar con garantías y libertad, por lo que EE.UU., para bien o para mal, tomó la decisión en forma unilateral de intervenir militarmente en dicha nación.

Hoy a siete años de la invasión a Irak, no se ha podido demostrar la existencia de armas nucleares y de destrucción masiva, que se esgrimió como razón valedera para atacar por parte de EE.UU. y, por lo tanto, el objetivo de democratizar dicho país y terminar con los abusos de poder de Hussein, son los resultados que aparecen como justificación. Desde otra perspectiva, altas autoridades norteamericanas han declarado que detrás de esta guerra está la necesidad de EE.UU. de contar con el petróleo que hay en grandes cantidades en suelo iraquí, lo que resulta bastante lógico, al ser ésta una potencia con un consumo energético gigantesco, necesario para mantener su desarrollo, y por el incalculable gasto económico en que ha incurrido esta nación para financiar una guerra lejos de sus fronteras y que ya lleva siete años.

Conclusiones: En el desarrollo de esta acción bélica que aún continúa cobrando vidas humanas, ha quedado un saldo de muchos miles de seres humanos muertos, otros tantos mutilados, etc., de los cuales una gran cantidad son civiles, niños, mujeres y ancianos, lo que inevitablemente lleva a relativizar cualquier justificación de esta acción de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo.

La efectividad de Naciones Unidas quedo fuertemente cuestionada, al ser incapaz de detener la guerra, y la OTAN se dividió, ya que Francia y Alemania más Rusia y China, se opusieron a la invasión. Por su parte EE.UU. ha emergido afianzándose como la única potencia capaz de ejercer amplia hegemonía mundial, y por el momento su poder no tiene contrapeso alguno. También, a mi juicio, el tema del respeto a la soberanía, fundamento de la paz mundial por siglos, ha quedado en entredicho, ya que no existen organizaciones capaces de impedir su transgresión. Esto a mi juicio encierra grandes peligros, ya que se puede imitar la formula norteamericana en otras latitudes donde existen importantes problemas limítrofes entre estados.

En su lucha contra el terrorismo EE.UU. por ahora ha logrado dar fuertes golpes a sus enemigos, pero ni ha dado con el principal cabecilla de Al Qaeda, Osama Bin Laden, ni ha podido encontrar las armas nucleares en suelo iraquí. Es ilusorio pensar que estas organizaciones terroristas islámicas estén aniquiladas, más bien es posible esperar violentas respuestas. En ese escenario se ve como absolutamente necesario un profundo cambio en la ONU, para que su gestión tenga la eficacia que se espera de ella, caso contrario quedara instalada y legitimada una suerte de impunidad internacional de los más poderosos sobre los débiles. A la luz de los hechos señalados, la invasión a Irak, según mi percepción, resulta muy problemático poder emitir una opinión categórica, ya que EE.UU. ha dejado en claro que, si la ONU no le garantiza seguridad actuaran unilateralmente, al margen de sus resoluciones o de lo que decida la mayoría en el Consejo de Seguridad de dicha organización. Desde esa perspectiva no me parece correcta la forma de actuar de EE.UU., ya que por lo demás los resultados están demostrando su limitada eficacia. Pero por otro lado está la situación real del poder de destrucción que pueden llegar a tener los grupos terroristas islámicos, que no se detienen ante nada, y por eso deben ser neutralizados. Sus actos terroristas son un síntoma de una enfermedad mucho más compleja, ya que éstos dicen que actúan en represalia a la agresión de que han sido objeto por décadas por parte de EE.UU. Tengo la impresión que el problema real no fue tocado.

Fuentes: BBC, El País.com, clases de la asignatura "Ciencia Política", y artículo del cientista político Walter Sánchez, titulado LAS NACIONES (DES)UNIDAS DESPUÉS DE LA GUERRA DE IRAK”. (Disponible en internet)

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