febrero 12, 2010

Interacción entre psiquis y sociedad.

A continuación una pregunta planteada a mi profesor de Psicología Social y la respuesta de éste, sobre un tema central en Sociología y en general en las ciencias humanas, la relación individuo-sociedad, dónde está la frontera, o más bien es posible afirmar que existe una relación de continuidad y complementariedad:

Desde la perspectiva dialéctica que tiene la Psicología Social para estudiar la interacción entre psiquis y sociedad, se dice que "el sujeto tiene la capacidad de tomar distancia respecto de los condicionamientos que recibe de la sociedad por su capacidad reflexiva". Pero nuestra capacidad reflexiva a su vez está influenciada por los determinismos sociales, que nos indican cómo debemos "significar" los objetos. Surge entonces la pregunta, ¿qué es propiamente producto del sujeto en esta relación del individuo con el mundo?

Es difícil dar una respuesta acotada sobre tal punto, principalmente porque me parece que nuestro sentido común tiende a pensar de manera mecánica, no dialéctica, por lo que se tiende a interpretar el problema como 'qué parte' de las mociones personales (ideas, sentimientos, tendencias a la acción) son personales y 'qué parte' son sociales.

Debe responderse de otro modo: no es posible distinguir entre partes, sino que debe entenderse que todas las mociones de un individuo son perfecta y completamente suyas y, al mismo tiempo, completa y perfectamente sociales. No tiene sentido distinguir -es un ejercicio espurio- entre las mociones que provienen 'del interior' y las que provienen 'del exterior'. De hecho, la propia metáfora 'interior-exterior' es una construcción social.

Las personas somos entidades sociales en tanto somos entidades psíquicas, esto es, es precisamente nuestra configuración psíquica particular la que tiene una estructuración social. Pero, al mismo tiempo, la sociedad es no otra cosa que una estructuración de orden psíquico: somos una misma sociedad en tanto compartimos unos sentidos, en tanto nos identificamos como pertenecientes a un colectivo y compartimos unos significados.

Esos significados compartidos tienen un orden trans-idividual, son constituidos históricamente, pero, también, son modificados mediante procesos de interpretación que, si bien, tal como lo indicas, se basan en los mismos preceptos sociales de los que provienen todas las mociones anímicas, tienen, necesariamente, que ser nuevos. Esto es, lo que nos constituye como 'alguien' en particular son las interpretaciones que hacemos, necesariamente nuevas, distintas, 'desbordes' respecto a lo que ya había.

En ese sentido hay que entender esas interpretaciones nuevas como 'diferentes a', y, por lo tanto, como 'en referencia a' lo que había. Lo que digo es que las interpretaciones no son 'cualquier cosa' nueva -uno no piensa 'lo que se le antoja'-, sino unas nuevas respecto a un horizonte de interpretación o de sentido que las precede -necesariamente no las mismas (puesto que entonces seríamos objetos y no sujetos), pero necesariamente no 'cualquier otra', sino 'otras respecto a...' (puesto que, si no, no seríamos -no estaríamos- sujetos a nada)-.

Somos sujetos particulares y no singulares. No interpretamos cada uno en cualquier dirección, pero sí interpretamos de modo particular en función de nuestras propias condiciones y contextos específicos.

Las personas constituimos reflexivamente la sociedad que nos condiciona, o, lo que es lo mismo, la sociedad se constituye a través de las mociones particulares. No se trata de una estructura psicológica y de una estructura social, sino de un proceso de estructuración psico-social.

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