Los seres humanos tenemos una
forma común de ser, que nos distingue de otros seres vivos. Sin embargo, esa
forma común de ser no se manifiesta de igual manera en cada uno de los
individuos, permite una gran diversidad
de formas de llevarse a la práctica. Es decir, podemos ser humanos de infinitas
maneras. La forma particular de ser que nos caracteriza como individuos es lo que se
llama la “persona”, ésta representa
nuestra forma particular de ser humanos.
De acuerdo a lo anterior resulta
legítimo preguntarse qué hace a los humanos ser como son…
Si examinamos la historia de las
ideas, las respuestas han sido muchas. Hace más de dos mil años Aristóteles
sostenía que el ser humano era un animal político. Sin embargo también parece
legítimo afirmar que éste es un animal poético, un ser religioso, etc., la
lista es muy extensa.
De esa extensa lista, se ha
buscado una característica que sea la base sobre la cual se desarrollan las
demás. En la búsqueda de esta condición primaria, la interpretación más
aceptada ha sido la que señala que los seres humanos somos animales racionales. Este postulado fundamental
ha adquirido diversas formas, conciencia, mente, espíritu, alma, etc., todos
los cuales se pueden considerar dentro o producto de este planteamiento que nos
caracteriza como seres racionales. La razón
estaría en la base de todas esas variedades de interpretaciones sobre la
esencia del ser humano, es decir, opera como condición fundamental, a partir de
la cual se derivan todas las demás. Tiene sentido afirmar que podemos llegar a
ser poetas, políticos, filósofos, etc., porque estamos dotados de razón.
Sin embargo, está explicación
puede ser cuestionada pues presenta algunos problemas importantes. En primer
término, no aclara cómo se generó la racionalidad que nos caracteriza, es
decir, de dónde viene esta condición base. Por otro lado, se induce a una
comprensión racionalista del ser humano, y con ello deja fuera aspectos relevantes
de la acción humana, que muestran a los individuos actuando de una manera no
racional, sino más bien haciéndolo de forma automática, producto de que la
mayoría de nuestras acciones se repiten en nuestro día a día. La racionalidad,
en este diario vivir, solo aparece cuando se produce un quiebre, cuando algo se
sale de lo normal y nos hace reaccionar.
Desde la biología ha surgido una
explicación distinta respecto a la idea de que lo que nos define como seres
humanos es la razón.
El biólogo teórico, Ernst Mayr,
en 1963 en su libro “ Animal Species and Evolution”, postula que un paso
evolutivo importante dado por nuestros antepasados los Homínidos fue el
bipedalismo, es decir, la adopción de la posición erguida, que habría sido la
que permitió a los primates caminar en dos patas, y lo que posibilitó el uso de
las manos para manipular herramientas, para manejar armas de defensa y ataque
(palos y rocas) y también para transportar alimentos.
Más adelante Mayr se refiere a lo
que él considera el rasgo constitutivo que caracteriza a los seres humanos:
“la capacidad
de hablar es la característica humana más distintiva, y es bastante probable
que el habla sea la invención clave que gatillara el paso desde el homínido al
hombre. Permitió la estructura comunitaria y le permitió al hombre convertirse
en un organismo verdaderamente social. Como tal, el hombre desarrolló la
necesidad de mecanismos que promovieran la homeostasis social, los derechos
comunales, los mitos y creencias y, finalmente, las religiones primitivas”.
El postulado de Mayr es que,
desde un punto de vista evolutivo, puede considerarse al lenguaje como la
transformación clave que permitió el surgimiento y posterior desarrollo de los seres humanos.
Lo relevante de este postulado es
que nos permite, también, explicar la emergencia de los fenómenos mentales. La
razón, la mente, la conciencia, el alma, etc., pertenecen al proceso evolutivo.
El postulado, que sitúa al lenguaje en el centro de la comprensión de los seres
humanos, ha sido desarrollado en gran profundidad por otros biólogos, entre los
que está Humberto Maturana, que lo considera la piedra angular de su biología.
La ontología del lenguaje se
desarrolla a partir de esta propuesta, cuyo postulado central es que aquello
que constituye a los seres humanos, lo que los hace ser el tipo de seres que
son, es el lenguaje. Los seres humanos, son seres lingüísticos, seres que viven
en el lenguaje. A partir de esta perspectiva es analizado qué es la persona.
Comprensión tradicional de la persona.
Tradicionalmente se entiende a la
persona con unas determinadas características o propiedades fijas, se nos dice
que “somos” de una manera y que de acuerdo a eso se puede esperar cómo
actuaremos en general. Es decir “actuamos de acuerdo a como somos”.
Esta interpretación de la persona, llamada psicología metafísica, asume que
poseemos una forma particular de ser que nos define, que es inmutable y tiene
su esencia en lo profundo de nuestro ser y que hagamos lo que hagamos siempre
nos determinará en nuestras acciones. Podrán cambiar algunos atributos pero no
nuestro ser, el que siempre permanecerá igual.
Sin negar esta forma tradicional
de interpretar a la persona, que nos ayuda a conocerlas de acuerdo a cómo han
actuado, debemos sin embargo hacer una reinterpretación crítica de dicha forma
de caracterizar a las personas.
Cuando caracterizamos a alguien,
y de decimos por ejemplo, "Jorge es tímido" o "María es muy amable", lo que en realidad estamos haciendo es
emitir un juicio a partir de una o unas acciones observadas sobre estas
personas. Los juicios, como sabemos, no describen, puesto que son afirmaciones,
ellos adscriben propiedades a una persona. Además los juicios pueden ser
fundados o infundados, por lo que no se pueden emitir muy livianamente.
Esto produce una confusión, ya que a partir de
una acción particular, que siempre tiene
lugar en un momento determinado y dentro de un dominio específico, se induce a
hacer una conclusión general que nos lleva a hablar de "la forma de ser"
permanente de una persona. Es decir, nos lleva a asociar lo particular con lo
permanente e inmutable, lo que claramente es un error de interpretación. Lo
anterior, suponer saber cómo son las personas, lleva a la conclusión de que
podemos predecir cómo éstas actuarán en el futuro, en definitiva lo que se
puede esperar de ellas.
Continúa...
Reseña del capitulo 10 de "Ontología del Lenguaje" de Rafael Echeverria.
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