marzo 14, 2015

El poder. I

El fenómeno del Poder ha sido estudiado y analizado desde diversos ámbitos y por todas las ciencias humanas (Sociología, Psicología, Filosofía, etc), y por cierto también desde la Comunicación.

El poder, para bien o para mal, siempre está presente en la vida humana, es parte esencial de ella, pues esta relacionado con la capacidad de acción. Vivir, para el ser humano, implica estar inevitablemente expuesto a las consecuencias derivadas del uso del poder.

En general, el concepto de poder se entiende o percibe como algo que se puede tener o perder, es decir, se lo caracteriza principalmente por su reificación, pues se le concibe como una cosa. Por otro lado, también se le asigna una fuerte carga ética negativa, ya que que éste, se afirma, conduce a la corrupción y es, por lo tanto, maligno. Lo anterior se debe por supuesto al "abuso de poder" ejercido por quienes, con un bajo estándar ético, han hecho y hacen uso y abuso de su capacidad de acción sobre otros, de lo cual da cuenta la historia en extenso.

Desde la Sociología Max Weber lo define: "Por poder se entiende cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad".

En Sociología se habla de una "sociología del poder", para  analizar las implicancias del poder en las estructuras y funciones sociales, donde las concepciones de autoridad, dominación, jerarquía y política se hacen presentes y se explican con mayor profundidad.

El sociólogo británico A. Giddens plantea que "el poder es la capacidad de alcanzar resultados; que éstos se asocien con intereses puramente sectoriales no es esencial a su definición. Como tal, el poder, no es un obstáculo a la libertad o emancipación si no que es su verdadero instrumento, aunque sería insensato desconocer sus propiedades coercitivas". Lamentablemente la historia es un relato de como el poder ha sido mal usado con fines personales o sectoriales (utilitarismo) por quienes lo detentan.


El Filósofo frances Michel Foucault es uno de los pensadores contemporáneos que más a contribuido al estudio del poder, mostrándonos cómo éste interviene, sin excepción, en el conjunto de la vida social: el poder, concluye Foucault, permea las instituciones, los discursos y en general toda relación social. Esta visión del poder ha sido cuestionada por Rafael Echeverria, quien afirma que el planteamiento de Foucault, sin desconocer su enorme contribución, presenta una debilidad, y es la impugnación del poder desde un punto de vista ético, que ha dado origen a frases tales como "el poder corrompe" o "el poder es maligno". Desde un punto de vista ético, no toda forma de poder es aceptable, eso es innegable, pero eso es muy diferente a decir que toda forma de poder es cuestionable. Foucault proponía una sociedad donde la convivencia social y la paz son posibles solo si el poder está ausente.

Es ilustrativo revisar la raíz etimológica de la palabra Poder en los diferentes idiomas:
- en Aleman, Macht, machen significa "hacer"; en Castellano y Frances "ser capaz"; en Inglés "power" que siginifica "potencia".

Como ya se ha planteado, sobre el poder, tradicionalmente ha prevalecido una concepción ética negativa de él, la que lo asocia con corrupción y como algo maligno, que hay que evitar. Los discursos históricos del mundo católico así lo catalogan, el mundo protestante lo acepta pero con algunas reservas, el marxismo lo declaraba negativo porque conduce a la alienación del hombre, desde la metafísica se lo rechaza, salvo que sirva como sustento a la verdad.

Desde estos discursos históricos sin embargo no se habla de cómo el poder ha estado y está presente en sus caminos, en su devenir histórico, mostrándonos en realidad un uso del poder que ha permitido la exclusión y/o el abuso contra quienes no comparten sus "verdades", pues al creerse dueños de ella no aceptan otras visiones de la realidad. Al respecto, Humberto Maturana señala: "toda invocación de verdad encierra siempre una demanda de obediencia", es decir, la verdad eventualmente, y así lo demuestra reiteradamente la historia, le confiere "legitimidad" al uso de la violencia con el otro que piensa distinto. Por cierto Impide el respeto mutuo, que es una base ética fundamental para una adecuada convivencia social.

Sin embargo, Rafael Echeverria nos ofrece una nueva e interesante visión de este fenómeno, afirmando que enfocarse solo en su cuestionamiento ético, que tiene bases reales, virtualmente no permite ver el lado positivo de dicho fenómeno. Echeverria define poder como la capacidad de expandir nuestra capacidad de acción, y A. Giddens está en la misma linea al definirlo como la capacidad necesaria para alcanzar resultados, y que los efectos negativos de su mal uso no están en su esencia, aunque reconoce que su mal uso lleva a resultados que son éticamente cuestionables.

Continuará...




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